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Vuelve usted de Lourdes, invitado por los obispos de Francia para participar a los encuentros con el Papa Benedicto XVI. ¿Cuáles son sus impresiones? |
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La multitud de Lourdes en primera fila, los enfermos y los discapacitados. No están, como en París, los cargos políticos o personajes importantes sino gente sencilla. Muchos peregrinos venían de Italia, de España, de Polonia… Esta multitud de Lourdes acogió maravillosamente al Papa. Haga sol o llueva, aun cuando la espera sea larga o los cantos sean en latín, ahí está la multitud, a menudo de pie, expresando su alegría y su fe. No me cansaba de contemplar aquella multitud inmensa. |
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Sobre la gran tarima, cerca del altar papal, me encuentro rodeado de obispos africanos: de Malí, Camerún, Burkina Faso. La liturgia es sobria y clásica. El sermón del Papa es una profunda meditación sobre la cruz. Pero la vida de hoy está ausente. |
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Con los obispos franceses, Benedicto XVI fue fiel a sí mismo y a la doctrina. La tonalidad de su discurso era fraterna. Pero no hubo ninguna apertura hacia el futuro, ninguna iniciativa que diera esperanza. |
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La cuestión de la laicidad y de las religiones siempre es un punto sensible en Francia. La manera de hablar sobre estos temas del Papa y del Presidente francés suscita polémicas, ¿qué opinión le merece esto a usted, hombre de Iglesia? |
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Deberíamos mantener el principio de la laicidad, sin hablar de “laicidad abierta” o de “laicidad positiva”. Desde hace cien años, siempre hubo diálogo y negociación entre el Estado y la Iglesia católica. Era imposible que se ignoraran. La laicidad no se reduce a la neutralidad. La Iglesia tiene necesariamente una dimensión social. |
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Lo novedoso, hoy, es que nos encontramos en una sociedad pluricultural y pluriconfesional. Especialmente con el Islam que se convirtió en la segunda religión del Estado con 5 millones de musulmanes. La laicidad ha de garantizar una igualdad de trato a las diferentes religiones. No habría una que sería la dominante, con privilegios. Se necesitará tiempo para aceptar los valores de la laicidad y seguramente habrá conflictos. Es un reto que todos hemos de afrontar. |
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La muerte de 10 soldados franceses en Afganistán provocó una conmoción en la opinión. El Presidente Sarkozy quiere enviar a este país un nuevo contingente para reforzar la presencia militar y luchar con mayor eficacia contra el terrorismo. ¿Es ésta la solución? |
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La victoria de las fuerzas militares internacionales en Afganistán me parece imposible. Este ejército de ocupación está en un callejón sin salida. Escucho los mismos discursos que durante la guerra de Argelia, antaño: « Estamos aquí por una causa justa. Hay que defender los valores de la libertad, de la democracia… » |
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Los afganos no aprecian ni al ejército de ocupación ni a los occidentales. El país sigue sumido en la miseria, pasto de la corrupción.
La multiplicación de los errores militares mata a muchos civiles.
Los talibanes que los occidentales echaron del poder en 2001 están muy presentes todavía. Saben que conmueven la opinión occidental cada vez que matan soldados. Cuando mataron a los 10 militares franceses, vino el Presidente Sarkozy en persona a Afganistán. Fue todo un éxito mediático para los talibanes.
¿Cómo salir de este lodazal? No por las armas, desde luego. Sólo se podrá encontrar una salida mediante la negociación política. |
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