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• El hermoso país de Galicia |
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• Movilización a favor de Khedder |
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• Liberación de los 36 rehenes |
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• La desaparición de un amigo |
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El hermoso país de Galicia |
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Este país del noroeste de España, lleno de arboleda por doquier, al borde del Atlántico, está cargado de historia y da vida a un pueblo entrañable. Descubrí con interés A Coruña, gran ciudad con su puerto sobre el océano y su célebre faro. Después de la conferencia traducida en gallego, mis amigos me llevaron a un restaurante como sólo se encuentran en Galicia. ¡Qué ambiente y qué alegría de vivir aquel viernes por la noche! El vino y la cerveza no faltaron a la cita. |
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El monasterio cisterciense de Sobrado da hospitalidad al grupo de Partenia. Los monjes, muy fraternos, me invitan a hablar en el capítulo y a presidir la eucaristía dominical. |
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Me alegré de ver de nuevo Santiago, cuya magia me fascina. Cuando se entra en la majestuosa catedral, ¡cómo no tomar conciencia de nuestra dignidad de hombre y de mujer! Hay en nosotros algo más grande que nosotros mismos. |
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No conozco otro lugar de peregrinación tan abierto a todas las creencias y respetuoso de lo que significan los peregrinos. Encontré jóvenes peregrinos, bolsa al hombro y bastón en la mano, que manifestaban su alegría de encontrarse en Santiago tras un largo camino. |
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Cerca de la catedral, la mesa de un restaurante espera al grupo de Partenia que no deja de hacer honor a la comida y los vinos del país. |
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Los traductores y traductoras del portal Partenia trabajaron aún mejor porque se sintieron responsables del futuro, próximos y solidarios unos de otros, capaces de innovar. Se lo agradezco de todo corazón. |
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Movilización a favor de Khedder |
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Khedder es tunecino. Vive en un pueblo encantador de Ardèche con su compañera francesa que espera un hijo. Todos los habitantes del pueblo y del contorno le conocen por su oficio. Khedder hace excelentes pizzas en el restaurante donde trabaja. |
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Pero un buen día, los gendarmes vienen a detenerle al restaurante y se lo llevan al centro de retención para inmigrantes de Lyon, a la espera de expulsarle a Túnez. |
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La movilización a favor de Khedder es inmediata. La población se pone en pie. Constituyen un comité de apoyo. Las iniciativas ciudadanas se multiplican. El restaurante cierra por solidaridad con Khedder. La Prefectura es acosada a golpe de gestiones, recogidas de firmas, concentraciones. En mitad de la plaza mayor del pueblo, plantan una gran carpa blanca donde se concentran las informaciones y los encuentros. |
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El comité de apoyo me invita un domingo para una gran concentración de protesta. Pero la víspera, el Prefecto decide liberar a Khedder, después de 29 días de detención. ¡Qué sorpresa! La protesta deja paso a la fiesta. |
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Al llegar al pueblo me encuentro con Khedder, rebosante de felicidad por volver a estar con los suyos. |
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Se vuelve a hacer pizzas en el restaurante para el comité de apoyo. Por la tarde, 400 personas se reúnen en el teatro municipal. Emocionado, Khedder toca el corazón de la gente con sus palabras de agradecimiento. |
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Aunque lo hayan liberado, sigue siendo un trabajador sin papeles, es ilegal. Pueden detenerlo en todo momento. La lucha debe continuar. |
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Al final, la Prefectura aceptó legalizar a Khedder, pero le prohíbe trabajar. Es inaceptable. Le condenan al trabajo ilegal. En Francia, miles de trabajadores sin papeles están condenados al trabajo ilegal. Pagan en vano sus cotizaciones y sus impuestos, lo cual le reporta al Estado francés alrededor de 2 mil millones de euros. |
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La movilización continúa. Llegará un día en que Khedder se convertirá en un ciudadano más, como todo el mundo, disfrutando de vivir con su compañera y su hijo. Será fiesta otra vez en el pueblo. |
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Liberación de los 36 rehenes |
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36 rehenes iraníes de la ciudad de Achraf, en Irak, habían sido detenidos con brutalidad por las fuerzas de policía irakíes y encerrados en la cárcel en Bagdad. Estos resistentes, con las manos desnudas, vivían de su trabajo con sus familias y disfrutaban de la protección de la 4a Convención de Ginebra. |
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Se temía lo peor para ellos: malos tratos, torturas y sobre todo la expulsión a Irán donde podían ser ejecutados. Emprendieron de inmediato una huelga de hambre. |
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En París, me reúno en dos ocasiones con los iraníes que se manifiestan periódicamente cerca de la embajada de Irak. Escribí al ministro de Asuntos exteriores que me contestó inmediatamente. |
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La presión internacional llega de todas partes. Por fin el fiscal de Bagdad decidió liberar a los 36 rehenes que tocaban a su 72º día de huelga de hambre y enviarlos a Achraf. |
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Fue una victoria inesperada. No existía ningún cargo contra ellos. Y, además, todos vuelven al lugar donde habían sido raptados: Achraf.
Al momento, en Auvers-sur-Oise, cerca de París, donde reside la organización de la resistencia iraní, la fiesta llena todo de alegría. Llega gente de todas partes, empezando por los fieles habitantes de Auvers-sur-Oise. |
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Maryam Radjavi, la presidenta electa de la resistencia iraní toma la palabra en persa. Es muy aplaudida. Noche y día, siguió la evolución de la situación en Achraf. |
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Tomo la palabra a continuación: « ¿Qué fue lo que le permitió a los 36 rehenes mantener esta perseverancia en la prueba? Sin duda, la justa causa de su lucha, que el pueblo iraní recobre sus libertades y la democracia, pero también, y sobre todo su fe en Dios. » |
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La desaparición de un amigo |
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En el conocido cementerio parisino del Père Lachaise, la multitud acude bajo la cúpula del crematorio. Quien nos reúne alrededor de su féretro es un militante de izquierdas, un sindicalista comprometido, un ateo convencido, un homosexual declarado. ¿Cómo podremos olvidar su lenguaje truculento, sus invectivas políticas, sus indignaciones encendidas? |
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Murió a unas pocas semanas de su jubilación. Yo no imaginaba que tuviera un lugar tan importante en aquella multitud de la que las Iglesias me parecen tan alejadas. |
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Me invitan a tomar la palabra. Cuando llego ante la multitud, me giro hacia el féretro: |
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« Guy, amigo nuestro, hermano nuestro, tú el hombre de corazón grande, nos sorprendiste una vez más marchándote sin avisar, sin decir nada… » |
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Evoqué un recuerdo de ambos con motivo de una comida en la asociación de los sin techo: |
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« Por más que me llamaras: mi obispo preferido, te gustaba provocarme con tu espíritu anticlerical.
Tomaste la palabra delante de todos. Voy a deciros lo que hace superiores a los no creyentes a los creyentes:
Los creyentes actúan para los demás con vistas a conseguir una recompensa en el cielo. Nosotros, los no creyentes, como no creemos en el cielo, no esperamos recompensa. Actuamos para los demás, sencillamente. Los demás nos bastan. » |
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Guy estaba visiblemente feliz con su hallazgo. Y yo admiraba su frase final. Con ella rubricaba su vida. |
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« Guy, amigo nuestro, hermano nuestro, tú el hombre de corazón grande, gracias por haber sido el alegre compañero de nuestros encuentros y de nuestras luchas. Gracias por haber optado por los que la sociedad deja a un lado. A Dios. » |
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